05 marzo 2007

 

PEDAZOS DE MI




PEDAZOS DE MI




por Antonio Horta Sorroche.
Baza, Julio 1995.


DULCE MENTIRA





Terca rutina, dulce mentira.

Llena de tibias heridas
te deja cuando le miras.
Siembra tu pecho de espinas
cuando le cierras los ojos
y ves que ya no suspira
por el fulgor de tu risa

¿Y qué culpa tienes tú?
¿Y qué culpa tiene ella?
La hoguera de tu ceguera
se apaga en cada te quiero
y acucia con querer besos:
besos negros, besos muertos.

Te mira y ya no suspira.
La miras y no suspiras.
¿Porqué de repente todo
se vuelve tierra,
negro lodo?.



Cuando piensas en los besos
que le diste.
Cuando hueles cada aroma
que te falta.
Cuando bebes cada gota
del aliento que te salva.

¿Porque le sigues queriendo,
besando, amando,
sintiendo,
si tú ya no le quieres,
ni besas, ni amas,
ni sientes?.

Terca rutina, dulce mentira.
Dulce rutina, terca mentira.[1]


GUERRA NEGRA

La sombra del niño
se precipita en el suelo.
Llora, abrigado por su madre,
observando el infierno.

Su mano repiquetea
sobre la cara de ella
y nota la gran dureza
del corazón de ceniza.

Sus dientes rozan con furia
una lengua sin saliva,
mientras su pelo no vuela
ni su sonrisa triunfa.

Mirando al cielo contempla
tres grandes águilas negras
que miran con sus negros ojos
tres niños muertos de pena.





Sus orejas oyen ruidos
que atormentan el silencio,
que alimentan la violencia
y que provocan el miedo.

Su mente infantil no comprende
qué le ocurre a las personas.
¿Qué sienten los corazones
que matan y no perdonan?.

Aferrándose a su madre
sientre frío y se atormenta
pensando en la guerra negra
y en su madre fría, muerta.[2]

PENA

Por tus huesos,
que ya no crujen bajo mi ropa.
Y por tus besos,
que ya no lamen las heridas que provocas.
Y por tu boca.

Por tu pecho,
que ya no aspira el aire que respiro.
Y por tu lecho,
que no resuena con el eco de mi peso.
Y por tus besos.

Tus besos
los recuerdo a cada instante.
Saboreo
la dulzura de esos labios que enajenan,
por mi pena.

Siento pena.
Por tu cuerpo herido bajo el mío, tranquilo.
Se refleja
el dolor que traspasa mis sentidos
aturdidos.




Te marchaste,
y olvidaste para siempre mis caricias
Te enojaste
y quisiste que olvidara tu sentencia
de inocencia.

Siento pena.
Por nuestros cuerpos que en lo oscuro se han perdido
Por mis venas
pues secas de tu sangre están desde tu olvido.
Me he perdido.

Pena amarga, negra pena.
Pena, penita, pena.[3]


¿QUÉ SOY?

Sueño cada mañana
con palabras de consuelo.
Las oigo de quien me apoya
pero no de mi cerebro.

Mi cabeza se resigna
a jugar cada momento
a que hago como si vivo,
a que finjo mi tormento.

Cada mañana saludo
al fantoche del espejo
y finjo no conocerle
y lloro de desconsuelo.

A veces, sólo sonrío
y me digo con soltura:
Estás hecho un mierda, tío,
eres tu caricatura.

Pero no puedo luchar
con la mierda que me mata...
... que me mata ...
¡Si al menos ya me matara!
Así podría descansar.
Así no moriría mi madre.
Así no pediría más.
Y no lloraría mi padre.

Destrozo a todo el que miro.
El que me rodea, me odia.
Los niños, salen corriendo,
cuando me acerco a su noria.

Y no les guardo rencor.
¡Todo el rencor para mí!
Sé lo que antes era yo,
y que pronto vendrá mi fin.

No quiero consuelo alguno,
si no me consuelo yo.
Sé lo que me estoy haciendo,
y si me muero, mejor.[4]



TU, MI ROSA



Anoche soñé contigo.
Ibas vestida de blanco.
Tu pelo embelesaba
al que lo miraba despacio.

Sin embargo, eras mía:
Nadie se atrevió a tocarte.
Nadie se acercó a tí.
Nadie quiso enamorarte.

Y es que ya todos sabían
que eras carne de mi carne,
y que de amor morirías
si osaban de mí alejarte.

El sueño era bonito,
pero incomparable a tí.
Tus ojos, en ellos pierdo
mi memoria y mi sentir.


Tu nombre...

Tu nombre resonaba
en los corredores largos
del palacio en que te hallabas
amándome sin reparos.

Tus labios rojos emergían
del agua que los mojaba
pareciendo dos capullos
de rosas enamoradas.

Y tus ojos dominaban
las grandes estrellas del cielo
pues sabían que contabas
con el capricho del dueño.

Pues Dios ha de existir
pues creada estás, mi cielo.
Y alguien debió esculpir
esta cintura, este pecho.[5]

NIÑOS DE CALLE

Despierta la negra noche
en la ciudad de las penas.
Los niños salen despacio
del cartón de sus cavernas.

Deben aprender muy rápido
cómo ahuyentar sus temores,
cómo engañar al turista,
cómo vencer sus rencores.

Las niñas lo tienen fácil
pues pueden vender sus jardines,
sus bonitas rosas rojas,
en cualquier puerta de un cine.

Prostitutas de papel,
sangre repleta de odio.
Hambre y miseria a la vez
se tiñen las dos de rojo.

Los niños roban y engañan
al que se cruza con ellos.
O bien suplican de rodillas
sólo un pedazo de cielo.


Nunca tuvieron un beso.
Nunca tuvieron un padre.
Solo conocen el suelo.
Solo conocen el hambre.

A veces, cuando uno llora
por el hambre o por la pena,
otro se acerca y le ofrece
un pan que sirve de cena.

Nosotros pasamos de largo,
cuando alguno se nos acerca.
No vemos su risa clara
ni sus ojos de gacela.

Pensamos que nunca a nosotros
nos pasarán tantas cosas
pues vivimos en un mundo
de bellas ciudades rosas.

Y, sin embargo,
no podemos dejar de olvidar
que cada minuto nacen niños de calle,
que cada minuto cerramos más la boca y los ojos,
y que cada minuto nos alejamos cada vez más de nosotros.[6]




VEJEZ



Siempre he soñado contigo
y te he visto en las noches de penumbra
como la ciega muerte
que acomete mi cuerpo sin premura.

El barco de mi vida
se inunda sin tocar fondo
pues tiene madera vieja
podrida y con verde moho.

La luna no quiere verme
pues mi cara le asusta
y dice que tiene miedo
cuando adormece mi cuna.

La sangre brota de mi pelo
cuando miro tus costillas
encarnadas
en mi pecho adormecidas.

Y mana de mí
un aliento
de aceitunas olvidadas,
podridas con sufrimiento,
robadas de madrugada.

Quiero que sepas
mi niña
que no soy digno de ti.
Por eso a veces siento
ganas locas de reir.

Pero mi voz atormenta
mis pesares
con tu risa de ceniza
y funde en dos telares
mi vida y la tuya, niña.

Yo soy viejo.
No soy puro.
Tu eres niña.
Tu eres fruto.

De la carne.
Y la pasión.
De mis tardes.
Del amor.

Fruto de mi edad perdida.
Ahinco de la razón olvidada
Sentimiento impuro de mi sexo.
Tormento lejano en la madrugada.
SUICIDIO SOBRE TI


Sobre tu cabeza,
la pena de mi muerte.

Sobre mi cabeza,
la pura mala suerte...
de quererte.

Sobre tu conciencia,
mis pies bailando
libres al viento.

Sobre mi conciencia,
el pecado de seguirte
aún queriendo...

Sobre tu boca,
el grito de verme
sin sentido.

Sobre mi boca,
el hueco de tus besos
ya perdidos.

CUANDO NO TE ABRAZO

Si me abandonas, no voy a morirme.
Si he de morir, quiero que sea contigo.
(Pablo Milanés)


Cuando no te abrazo,
noto en tu corazón el hielo
frío de tu rechazo...
y me alejo de tu cielo.

Miro tu espalda de seda
y pienso en cuánto te quiero.
Y toco una fría ola
del frío mar de tu pelo.

La cama se vuelve odiosa,
grande, desierta, cobarde.
Tus pechos de espinas rosas
hieren mi sexo triunfante.

El cuervo grazna en mi pecho,
negro cuervo, negro lecho.

Cuando no te abrazo,
noto el aliento nocturno
de la muerte en tu regazo,
de mi vida ya sin rumbo.

Y es por eso que te amo.
Pues mis brazos existen para abrazarte.

LOCURA Y VEJEZ


La locura enajena tus sentidos,
la vejez hace mella en tu conciencia,
el tiempo va dictando su sentencia,
de tu boca sólo salen ya quejidos.

Me miras con los ojos inyectados,
deseando ver mis sesos esparcidos,
olvidando lo que tanto me has querido,
maldiciendo lo mucho que me has dado.

Y yo sé que tu muerte va llegando
lentamente, por las venas ateridas,
y tu pecho de sangre va vaciando
poco a poco tu vida ya vencida.

¡Cuántos besos dormidos en tus labios!
¡Cuántas noches gozadas entre auroras!
¡Cuántos dedos durmiendo en el delirio
tibio, caliente casi de tu cama!.

Y ahora tu locura me subyuga,
tu vejez hace dobles mis pesares.
Ahora debo amarte con más fuerza
que el viento, la lluvia y los mares.

¿POR QUÉ HUISTE DE MI?



Llueve sobre mi pena
agua negra:
Lágrimas de ángeles
y tristezas.

Lamo mis heridas
como loba,
que alimenta sus cachorros
mientras llora.

La cárcel de mis sentidos
me atenaza.
Mi alma queda presa
de mi garganta.

El barro de mi corazón
inunda mi cuello.
Y no puedo gritarte.
Quiero y no puedo:

¡Vuelve, por favor, vuelve!


IGNORANCIA

Nunca he sabido
cuánto te he amado,
hasta que te he perdido.

Nunca he contado
los muchos días felices
que tú me has dado.

Ya no puedo sentirte
en todo mi cuerpo
como cuando estuviste

dentro, en mi pecho.
Tengo el alma cansada
insensible al miedo.

Noto que ya tu mirada
no ve mi cariño.
Tu mirada helada.

Ya no siento al niño
florecer en mi alma,
junto a tu destino.

Siempre queda el alma,
nocturna, sin sentido.
Amarga como la sarna.

Nunca he sabido
cuánto te he amado,
hasta que te he perdido.


ANOCHE SOÑÉ CONTIGO



Anoche soñé contigo,
con tu alma y con tu ombligo.
Con tus besos y con tu piel
y con el suave aroma de tu miel.

Anoche soñé despierto.
Corazón palpitando sin concierto.
Frente teñida de luz de luna,
sonriente por tu amor y tu ternura.

Tu risa provocaba mis pasiones.
Tus pechos ahuyentaban mis temores.
Tu frente era besada por mi boca.
Toda belleza en el mundo era poca,

comparada a tí, mi dulce sueño.
Mi Rosa.

SENDERO

El joven corre por el sendero.
Su pelo revoluciona el aire, mientras
sus ojos olvidan lo que ven.
Le saluda, de pronto, el anciano.

- No deberías correr tanto. Detén tu paso y habla conmigo.

Una lágrima golpea la mejilla del joven.

- No corro tanto como quisiera. Ni aún la mitad de la mitad.
Pues mi pecho quiere volar alto,
tan alto como me deje el peso que me asfixia.

- ¿De qué huyes?.

- Del amor que no tengo.
De los recuerdos sin sentido.
De los besos que anhelo.
Y de mí.

El anciano suspira quedamente:

- ¿Tan joven y ya tan viejo?. ¿Acaso no sabes
que la locura del amor se desvanece con el tiempo y que la pasión no se pierde hasta que los huesos duelen?.
¿Acaso no olfateas la primavera en el campo?.
¿No ves la locura del agua,
salpicándolo todo con su vida?.
¿No saboreas el aroma de la albahaca
o de la rosa en flor, o el perfume penetrante,
casi podrido de tan penetrante,
del jazmín?.
Tú, joven, ¿acaso no vives?.

De pronto calla el abuelo, pues
recuerda el día que olvidó su edad.
Y en un segundo se presenta ante sí su vida.
Y desea recobrar la juventud perdida.
Y hacer notar a su amigo que el tiempo
lo roba todo.
TODO.

Pero no puede.
Ha visto como el joven partía.
Y ha visto su sombra.
Y en su sombra, la imagen de la novia muerta.
La imagen del dolor
y el sufrimiento.
El llanto del hombre ante la desesperación.
Y comprende la prisa del joven
por vivir.
Y hasta comprende porqué la vida
se acelera
ante la cuesta traicionera de la muerte.

QUIERO CONTAR LAS ESTRELLAS DE TU ESPALDA


Quiero contar
las estrellas de tu espalda.
Quiero contar
los volantes de tu enagua.
Y saber
porqué un helecho
de rocío
crece en mi pecho.

Quiero mecer
mis caricias en tu falda.
Quiero mecer
mi inocencia en tu mirada.
Y saber
porqué el buen fuego
de tu pecho
sabe a beso.

Quiero besar
tus suspiros temblorosos.
Quiero besar
tus lunares ya dormidos.
Y saber
porqué el frío
de mis labios
es tu hastío.

Quiero contar
las estrellas de tu espalda.
Quiero contar
los volantes de tu enagua.


Baza, 16 de Diciembre de 1996.
[1] Lo mágico de la poesía es la libre interpretación de cada uno de los versos por parte del lector. Pese a ello, quisiera tener la oportunidad de explicar el tema que me motiva al escribir cada una de, éstas, mis poesías. En Dulce mentira quiero relatar un amor muerto por la rutina y la cotidianeidad. ¿Cuántos matrimonios hay en los que no brilla el amor, sino una dulce mentira que vela los ojos y adormece la pasión que debe existir en la pareja?.
[2] Con Guerra negra intento exteriorizar lo que veo a diario en las noticias. Vemos situaciones que nos parecen tan lejanas y cerramos los ojos, con la conciencia tranquila porque hemos dado algún dinero como ayuda, seguro.
[3] Todos hemos llorado el amor perdido. Pero, ¿cuántos hemos sentido pena por quien nos olvida?... El último verso, es una pequeña licencia que me he permitido, por su musicalidad.
[4] Es duro estar enganchado a algo en la vida. Y más duro si ese algo se inyecta. ¿Qué soy? va dedicado a todo el que ayuda a esta gente y, en especial, a la Asociación Bastetana de Ayuda al Toxicómano Ad-Hoc, por la gran labor que realiza.
[5] Sin comentarios. Quien no se haya enamorado nunca que tire la primera piedra.
[6] Podemos pensar que la ciudad de la que hablo se halla muy lejos. O podemos no pensarlo.....
El caso es que la cantidad de niños sin hogar es escalofriante. Tan escalofriante como nuestra pasividad.

This page is powered by Blogger. Isn't yours?